En el año 1997 tuve la gran suerte de visitar por primera vez Berlín. Una ciudad que me impactó por las diferencias entre las construcciones del antiguo este, y las del oeste, que ocho años después de la caída del muro, mantenían incluso en el tipo de alumbrado público.

Hoy hablo de Berlín, porque uno de los lugares que más me gustó y que tengo todavía guardado en la retina, el Centro Cultural Tacheles, cerca de la Nueva Sinagoga, en el barrio del centro de la ciudad (Mitte), está condenado a desaparecer.
Este edificio se construyó como centro comercial en la primera década de 1900, en un terreno de 24.000 metros cuadrados. Durante los bombardeos de la II Guerra Mundial, las bombas alcanzaron el edificio, que sufrió graves daños aunque no quedó totalmente destruido. A lo largo de los años, continuaron dándole uso a una parte del edificio, pero la escasez de dinero para su restauración e intereses contrarios, por parte de la administración berlinesa, han hecho que parte de lo que se salvó se fuera cayendo poco a poco.

Este edificio y las actividades que se llevaban a cabo en él, tuvieron sus reconocimientos por parte de la administración pública de Berlín; el edificio fue declarado monumento histórico por su característica estructura de metal, mientras que los proyectos que allí se han ido realizando, han recibido subsidios para ayudar en su financiación.
Treinta estudios en los que se celebraban actuaciones, conciertos, exposiciones de cuadros, esculturas, obras de teatro, cine, talleres, recitales, y fiestas. Allí, aunque estaba abierto durante todo el día, y la noche, podías tomar una cerveza mientras subías y bajabas a las diferentes plantas, y escuchar cómo interpretaban al poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht, o cómo tocaban la batería.
Queden en el recuerdo estas imágenes que si nadie lo remedia, a pesar de la iniciativa popular de apoyo, quedarán para siempre ahí, en el recuerdo. Si el HSH Nordbank, acreedor del propietario de los terrenos, lleva a cabo la subasta que tiene prevista el próximo cuatro de abril, los berlineses perderán la referencia que todos los artistas, que todos los amantes del arte y la cultura, teníamos en la céntrica Oranienburger Straβe.