
Bien, pues la gota que ha colmado mi vaso es la pretensión de algunas organizaciones feministas y ateas de organizar una ‘procesión atea’ en Madrid, más concretamente en Semana Santa, el Jueves Santo para ser más exactos. No sé qué tienen que ver las feministas y los ateos con estos movimientos, puede que mi cultura sea limitada y no los reconozca como anticlericales, ¿lo son?
Según la información publicada por la revista ‘Religión en Libertad’, “Con esta nueva acción, el laicismo radical vuelve a las andadas, esta vez con la idea de hacer un claro boicot a la Semana Santa, unos días en los que los cristianos de todo el mundo conmemoran la muerte y resurrección de Cristo. (…)El recorrido de la marcha atea pasará prácticamente al lado de los auténticos pasos. Sin embargo, la provocación también va de la mano de los nombres que han puesto a los pasos: la Cofradía de la virgen del Mismísimo Coño, la Congregación de la Cruel Inquisición, La Hermandad de la Santa Pedofilia o la Cofradía del Papa del Santo Latrocinio. Toda una retahíla de mal gusto y falta de respeto para los millones de católicos que viven en España”.
Estos millones de católicos en España, entre los que no me duelen prendas incluirme, somos según datos de 2010, más del 73% de la población. Católicos que hemos ido aguantando los insultos, las burlas, los ataques directos e indirectos de muchos que se autoproclaman tolerantes y democráticos a nuestras creencias, a nuestros principios, a nuestras familias, a nuestros valores. Sólo pido respeto, respeto a mi libertad, libertad a creer, a creer en Dios.
La Constitución Española, en su artículo 16, de los Derechos fundamentales y Libertades públicas estipula lo siguiente: “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley”. Esta libertad religiosa o de culto es por tanto un derecho fundamental, no sólo recogido en nuestra Constitución Española de 1978, sino también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y conlleva el derecho a poder ejercerla públicamente sin ser víctima de opresión o discriminación (sobre esto podríamos hablar mucho).
Dentro de esta libertad, que no libertinaje (falta de respeto a la religión), cada uno de nosotros como ser humano independiente podemos elegir entre varias opciones; podemos elegir una religión, no elegir ninguna, no creer en Dios (agnóstico), o negar su existencia (ateo).
Sin embargo, podemos encontrarnos con posiciones y seguidores del anticlericalismo, que defienden su postura atacando al contrario, con posturas e influencias intolerantes e indeseables tanto política como públicamente. Como uno de los organizadores, que tras el nombre de una Asamblea Vecinal de Lavapiés, han previsto organizar esta ‘procesión’ como actividad “en parte reivindicativa y en parte lúdica: será una intervención en el espacio público para poner de relieve la hipocresía social y moral que representa la Semana Santa católica”. Lo que faltaba por leer, ¿estarán subvencionados?
El Estado está obligado también por Ley a salvaguardar y tutelar mediante amparo judicial y constitucional esos derechos, según se afirma en la Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio, de Libertad Religiosa, en sus artículos tercero y cuarto. Como ésta es obligación inexcusable, espero que el próximo Delegado del Gobierno de la Comunidad de Madrid no permita la celebración de esta insultante ‘procesión’, que de llevarse a cabo sería una muestra más del intento forzado y forzoso de destrozar todo lo que tenga que ver con nuestra religión, con nuestros principios y con nuestros valores.