
Si nos atenemos a lo que dice la Ley, está prohibido ‘el envío de comunicaciones publicitarias (…) que no hubieran sido solicitadas o autorizadas por los destinatarios’, pero ¿hemos pinchado siempre en la casilla ‘no quiero que mis datos sean usados para fines comerciales’? Porque, así como antes debíamos marcar que sí queremos que nuestros datos sean incluidos en los ficheros usados para estos fines, ahora en muchas ocasiones, la casilla no es para que entremos a formar parte de una base de datos, sino para que no entremos, para que no usen nuestros datos. Hecha la ley, hecha la trampa.
Si estamos cien por cien seguros de que nunca hemos dado esa autorización, adelante con la denuncia ante la Agencia de Protección de Datos, pero ¿estamos totalmente seguros?
El teléfono fijo que casi todos tenemos en casa, no se salva tampoco de esas pesadas llamadas que se producen a las horas más intempestivas. Llamadas muchas de las cuales, en las que se hacen pasar por la compañía telefónica más implantada en nuestro país: antes Telefónica, ahora Movistar; llamadas de venta de colchones, de productos de belleza, para nuestra salud e incluso viajes con fines comerciales.
Pues bien, si no queremos recibir publicidad en nuestro teléfono fijo, móvil, dirección de correo electrónico o domicilio particular, como usuarios contamos con un Servicio de Listas Robinson, de la Agencia Española de Protección de Datos, gestionado por la Asociación Española de la Economía Digital, con estatutos depositados en el Ministerio de Trabajo.

Este instrumento es bueno, interesante, necesario y complementario. La forma de apuntarse es cómoda y rápida, pero ¿es realmente efectiva?